miércoles, 15 de febrero de 2012

La Sequía - (parte 7)



Séptima parte de mi primer cuento:

-Por eso me llamaste para que nos juntemos- dijo Felipe, que se estaba empezando a enojar –por eso dijiste que volviéramos a intentar beber agua en la plaza, porque sabías que la maldición se rompería si lo intentábamos de nuevo, ¿de dónde es que lo sabes?
-me lo dijo la tía Lorena- dijo la pequeña Emily un poco cohibida –lo que pasa es que yo le pregunté a la tía todo sobre esa leyenda; de qué color era la casa, como se podía derrotar a la bruja, si la bruja podía…- Emily quedó pensativa y luego dijo –¡Lo tengo! Podemos hacer que la bruja se desprenda del diablo, por decirlo de alguna forma, para que sea una persona común como todos nosotros, así no tendrá que servirle más, ¿Qué les parece?
-me parece increíble, pero ¿cómo lo podemos hacer? ¿cómo podemos liberarme?
-es muy simple, podemos hacer lo mismo que hicimos nosotros, habrá que esperar que el diablo se duerma para que pueda beber agua de algún lugar, ya que eso es lo que no te deja hacer.
-me parece, pero hay un pequeño problema. Cuando el diablo se duerme, me duerme a mi junto con él, así que no voy a poder hacer lo que me estás pidiendo. Muchas gracias por todo, pero creo que no va ha resultar- dijo amargamente la bruja.
Durante largo rato los dos amigos se quedaron pensando en una solución.
-¡ya sé!- exclamó con alegría Felipe –después de que el diablo se duerma- dijo a la bruja – podemos despertarla a usted y así podrá beber.
-sí, eso sí lo podemos hacer. Yo me duermo a las ocho en punto, ni un segundo más, ni un segundo menos.
-entonces venimos a las ocho, pero…- recordó Emily -¡cómo vamos a ver la casa si sólo aparece aquí en sequía y a las doce!
-no hay problema, yo me encargo de eso, ustedes vengan un poco después de las ocho para despertarme, y no se olviden de traer agua- fue lo último que dijo la bruja antes de que los niños se fueran.
Al otro día, a las ocho en punto se encontraban los dos amigos en el bosque. Cada uno llevaba un mando de un viejo balde de Felipe. Estaban parados en el lugar que les había indicado la bruja cuando apareció la casa de improviso, pero estaban tan acostumbrados al destello que ni siquiera sintieron la necesidad de pestañear. Esperaron un poco, luego, dentro de la casa, se vieron envueltos en un aire espeso, lleno de hostilidad, egoísmo, maldad, tristeza, desigualdad. Era tal el nivel de angustia y desorientación que producía ese ambiente en ellos, que se apresuraron en buscar a habitación de la bruja.
Luego de varios minutos de intensa búsqueda encontraron el lugar. En medio de la habitación encontraron algo, al parecer una cama, en la que se podía distinguir un bulto viejo, la bruja, en medio de una gran cantidad de suciedad y basura. Ahí se dieron cuenta que la bruja sufría demasiado viviendo con el diablo, y sintieron una gran lastima por ella. Felipe se acercó hasta donde estaba ella y la despertó. Cuando la bruja ya se había despertado, sintieron un ruido afuera, entonces trataron de apurar a la bruja. Cuando ya iban llegando a la puerta principal, esta se cierra de golpe, y una fuerza mayor hizo que los tres voltearan. Ahí, parado en medio de la sala, casi flotando, hirviendo en ira, vieron al mismísimo diablo.

Falta poquísimo para el final.
¿Nerviosos? ¿Ansiosos?
...
Tengo una grandiosa idea.
Mañana a esta misma hora les tendré una sorpresa.
¡No se la pierdan!
¡ESTÉN ATENTOS!







EB.-

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